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miércoles, 17 de abril de 2013
Atentado en Boston: La olla a presión, única pista en la investigación
Las bombas que el lunes mataron a tres personas y dejaron un mínimo de 176 heridos en el maratón de Boston son baratas y relativamente fáciles de fabricar sin despertar sospechas.
No hay nada firme en una investigación que todavía está en una fase muy preliminar, pero, a primera vista, los explosivos podrían corresponder más al modelo de un terrorista que actúa en solitario o en pequeño grupo que a organizaciones más sofisticadas y experimentadas.
Los investigadores creen que los explosivos se colocaron en ollas a presión escondidas en mochilas oscuras, con pólvora y rellenas de metralla, un tipo de bomba casera que, como informaba en el 2010 un folleto del FBI (Oficina Federal de Investigaciones) y el Departamento de Seguridad Interior, se ha utilizado en países como Afganistán y Pakistán.
También se usó en el atentado frustrado en Times Square, en Nueva York, hace tres años.
‘Inspire’, una revista en inglés atribuida a Al-Qaeda, divulgó este mismo año consejos para “fabricar una bomba en la cocina de tu mamá”, pero esta no es la única organización que ha recurrido a este tipo de artefactos caseros. En el pasado ETA también ha recurrido a las ollas.
Las ollas exprés pertenecen a la categoría de artefactos denominados IED, por las iniciales inglesas de artefactos explosivos improvisados. Los IED, avisó el pasado 26 de febrero la Casa Blanca en un informe, "siguen siendo un de las armas más accesibles a terroristas y criminales para dañar infraestructuras necesarias e infligir bajas”.
“Es probable que amenaza del uso de IED siga siendo alto en la próxima década y continúe evolucionando en respuesta a nuestra habilidad para contrarrestarlo”, concluía el documento estratégico.
El descubrimiento de restos del explosivo –imágenes divulgadas por el FBI, que dirige las pesquisas, muestran restos de un contenedor metálico– es uno de los pocos avances conocidos en una investigación de Boston, que, según recordó el presidente Barack Obama y los responsables de la investigación, se encuentra en el inicio y puede ser larga.
“No sabemos –dijo Obama el martes– quién perpetró el ataque, ni por qué; si fue planificado y ejecutado por una organización terrorista, extranjera o interior, o si fue un acto de un individuo malévolo”. También se desconoce la ideología del responsable o responsables, ni si carece de ella. En las últimas décadas, EE.UU. ha sufrido atentados islamistas y de la extrema derecha blanca.
"El abanico de sospechosos y motivos sigue estando del todo abierto", dijo en una rueda de prensa Richard DesLauriers, el agente del FBI que dirige la investigación.
El quién y el por qué son todavía una incógnita, pero el cómo empieza a aclararse.
Existen algunos indicios en el ataque al maratón de Boston. El primero, los explosivos. Otro indicio es que, más de 24 horas después del atentado, ninguna organización lo haya reivindicado. Y otro: los servicios de espionaje no registraron, como ha ocurrido en otras ocasiones, ningún ruido, ninguna señal, ninguna comunicación entre los responsable, ni antes ni después del ataque.
“Esto no excluye una implicación de Al Qaeda, pero este ataque no se parece a nada que haya hecho en el pasado el núcleo de este grupo o sus principales afiliados”, escribe en ‘The Washington Post’ David Ignatius, uno de los periodistas mejor informados en Washington sobre el mundo del espionaje y el antiterrorismo.
Ignatius, en una columna que publica en la edición del miércoles, añade que “las primeras pruebas recuerdan más al trabajo de un individuo solo o un pequeño grupo que el de una red terrorista más amplia”.
La investigación se centra ahora, explica, en analizar los miles de imágenes y vídeos registrados en la zona antes, durante y después del atentado, en estudiar las pruebas recogidas y en escuchar las posibles conversaciones entre los responsables.
Las autoridades han hecho un llamamiento a los ciudadanos de Boston para que comuniquen cualquier pista. Entre las imágenes que grabaron el día del maratón puede hallarse la clave. La proliferación de teléfonos móviles ha convertido a cualquier persona en una posible fuente de información decisiva.
Es probable que alguien haya visto o tenga grabado al responsable pero no lo sepa.
En Boston, a la caída de la noche, la policía abrió parcialmente la calle Boylston –en las vallas que limitan el paso se ha montado un memorial-, la vigilancia pareció relajarse, mientras que los colores amarillo y azul de las camisetas de los que participaron en el trágico maratón empezaron a desaparerecer.
Muchos de ellos cogieron a lo largo de la tarde los vuelos que los llevaban a su casa o a sus otros menesteres. El catalán Roger, que participó en la categoría de silla de ruedas, marchó con destino a Londres, donde el domingo participarán en su carrera de largo recorrido.
En cambio, el alemán Michael Teshorst, de 49 años y residente en un pueblo cercano a Duisburgo, emprendió el regreso a su hogar. Él es de los que logró terminar antes de que estallaran los dos explosivos.
“El primer ruido no me sorprendió, me sonó como a un cañonazo y lo asocié a la fiesta de los Patriotas que se celebraba este lunes. Con el segundo ya comprendí que algo malo pasaba. La gente empezó a deambular, huyendo, en tanto que los equipos médicos iban en dirección contraria, a la zona de meta”, explica.
Como algunos bostonianos, Michael también asoció lo ocurrido con el 11-S. Los locales porque sintieron en sus cuerpos la ansiedad del terrorismo y la sensación de vulnerabilidad.
El corredor alemán porque estuvo este lunes en Boston y en noviembre del 2001, semanas después del terrible atentado de las torres gemelas del 11-S, participó en la famosa carrera neoyorquina.
“No sé si volveré. Aquí te piden una marca para registrarte y no sé si estoy en condiciones para lograrla. Pero lo que sé es que esto que ha ocurrido no me quita las ganas, al contrario. Esto es la obra de algún loco y los locos están en todo el mundo. La seguridad es buena en esta ciudad y la reacción que hubo aún mejor”, sentencia.
Ni Roger ni Michael vieron como la gente se concentraba en el Boston Common, muy cerca del lugar de las detonaciones, para realizar una vigilia en recuerdo de las tres víctimas mortales. Centenares de personas, con presencia de maratonianos y políticos, así como muchos estudiantes, se concentraron con velas en las manos.
Diseñaron un mural y hubo canciones.
Luego, en la iglesia unitaria de la calle Arlington se realizaron plegarias por los muertos y por la salud de los más de 170 heridos. Ahí también se recordó a los fallecidos en el tiroteo de Newtown, en Connectiut, el pasado diciembre. Al concluir también se dirigieron al parque Boston Common, donde roderaron el lago, iluminandolo con sus candelas, y entonaron cánticos.
Sin embargo, el más concurrido de los homenajes fue el que se convocó en Garvey Park, en Dorchester, en el área metropolitana de Boston. Allí residía Martin Richard, el niño de ocho años que perdió la vida el lunes. En el atentado, su madre resultó con lesiones cerebrales y su hermana perdió una pierna.
Figuras de las política de Massachusetts, como el congresistas demócrata Stephen Lynch, rindieron tributo a esta familia. Lynch mantenía una buena relación con Bill, el cabeza de esta familia al que las explosiones ha golpeado despiadadamente. Los amigos de Martin evocaron su brillante y energética compañía.
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